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Ser parcial, mostrar la mitad de la verdad, es mentir, enmascarar la mentira. Hoy vemos que la realidad se presenta en los mass media, de manera parecida a la ficción narrativa. Es como si el periodista, el político, el editor, se sintiera mas cómodo, y de hecho es así, al abrigo de un ideario de ficción mezclada con realidad, a la que el público, ignorante por cierto, consume sin discernir o analizar su contenido.
Y es así como nos encontramos con la publicación de mentiras trasformadas en verdades, ya sea atreves de medios gráficos, radiales, televisivos, discursos en cadena nacional, redes sociales, etc.
Cada parte compite por ver de qué manera disfraza la mentira para presentarla de una manera creíble. El jefe de la propaganda Nazi, Joseph Goebbels, seria hoy un comunicador estrella. Tanto a los apocalípticos como a los integrados, debería unirlos el espanto, por lo que publican, hablan, twitean, etc.
Históricamente, se ha realizado un aprovechamiento de la masa ignorante, a la cual se le han vendido de un lado y de otro las bondades y/o maldades de los modelos de derecha, izquierda, populistas y liberales, con un grado atroz de desfachatez. En la actualidad, la sociedad ha evolucionado a un modelo más individual, el llamado pueblo como masa manejable, es cada vez más escaso y difícil de moldear por los gobiernos de turno, si bien se generan adhesiones y rechazos, esto se da, solo cuando estos individuos se ven afectados en su economía. La impronta que pretenden dejar los mass media oficialistas y opositores en estos individuos, se basa en una competencia feroz, que solo apunta a la división. Hoy vemos mensajes en los que se insta a estar de un lado o de otro, como si pensar en un mensaje conciliador, si intentar unirnos como ciudadanos estuviese mal visto o fuera una falta de compromiso con nuestro país, con nuestros ideales. Esta última aventura política llamada Kirchnerismo, es mencionada por algunos como “Movimiento Kirchnerista”, nada más lejano de la verdad y de la realidad. Otros pretenden destacar en el Kirchnerismo, como un valor, la división de la sociedad.
El movimiento como organización política, es un espacio en el cual se aglutinan ideas, personas con diferentes ideologías, incluso con diferente concepción de la política, llamémosle izquierda, centro, derecha. Un ejemplo de esto puede ser el Justicialismo, un espacio en el cual han convivido, la derecha recalcitrante de López Rega y la AAA, y las agrupaciones de extrema izquierda como la denominada, Montoneros, creada por Fernando Abal Medina, en los años setentas, pasando por algunos más moderados como Hector Campora, apodado “El Tío”.
Si tomamos a Kirchner como fundador del Kirchnerismo, y analizamos su paso por el gobierno y el poder, podemos ver claramente, que no tránsito por ninguna de las ideas que conforman un movimiento. Él fue, un líder individual, un político con una fuerte impronta personal, que no permitió el surgimiento de ninguna figura a su alrededor. Se rodeó de personas de 4to o 5to nivel político e intelectual, manejables. El clavo que sobresalía recibía el martillazo. Así construyo su espacio, en el cuál no existió el disenso. Algo analizable, opinable, pero no criticable. Cada cual define y construye el espacio que quiere, y el resto se une si está de acuerdo o disponible.
Lo que si debemos es llamar a las cosas por su nombre, el Kirchnerismo, no es un movimiento, tal vez ahora, muerto su fundador, derive a una organización diferente.
Los apocalípticos, exacerbaron esta condición de liderazgo unipersonal y totalitario, y utilizaron cuanto pudieron esta línea de pensamiento para denostar al gobierno. Néstor Kirchner fue un abogado educado en una familia ambiciosa, conocida es la actividad usuraria desde tiempo de sus abuelos, tal perfil pueda quizás ponerlo lejos de un perfil popular. Si es destacable su actividad participativa en pos de los derechos humanos, amén de un manoseo y utilización política de los últimos tiempos. Particularmente, me hubiese gustado verlo gobernar sin dinero, sin la famosa “caja” que todo lo puede. En América Latina, un paraíso de corrupción, el que tiene el oro, compra las voluntades comprables. Hemos visto a muchos Borocoteados.
Su perfil burgués al igual que el de su señora esposa, abogada, nacida en una familia de clase media, con ambiciones particularmente visibles, nadie llega a ser presidente sin ambición, al menos de poder, como dije antes lo aleja a mi entender de aventuras revolucionarias. Se entretuvo en quitarle el poder a un monopolio de desconocidos, para dárselo a uno de amigos. No se vislumbran ni vislumbraron en su curriculum, intentos de cambios profundos que formen parte de la realidad del país, si se pueden ver profundas divisiones. Alguien podrá decir que Ernesto Guevara Lynch, pertenecía a una familia burguesa y sin embrago fue un emblema de la revolución. También podemos decir que Ernesto Guevara Lynch, no tenía la descomunal fortuna que poseen Néstor Kirchner y su Sra. Esposa, amasada en la función pública. En síntesis, personajes con distinto compromiso social e ideales.
Hasta Chávez, es diferente, mas allá de sus locuras de milico tropical, introdujo grandes cambios en la sociedad venezolana y reivindico de manera verdadera a los sectores más postergados de su país.
Ahora nos queda la oposición, pero oh sorpresa, que podemos decir de ellos, sencillamente nada interesante o digno de destacar. A estos sí que los une el espanto.
Quizás esto resuma el porqué de muchos argentinos que piensan en el Kirchnerismo, como una salida política, más ligada a la pobreza de los otros o al pensamiento simple de que son lo que queda, que al convencimiento pleno de que pueden cambiar la realidad del país. Otros por otro lado han caído en el influjo de la caja, la dadiva, la compra de voluntades, el clientelismo perverso.
Vemos algunas chicas que antes se ganaban la vida mostrando los pechos y hoy de solo escucharlas hablar pareciera que se tragaron a Rosa Luxemburgo, otros embargados por deudas abrazaron la causa Kirchnerista y así van zafando, cambiando figuritas y olvidando al menos de manera pasatista sus vidas en el barrio de Belgrano y podemos verlos abrazados a los morochos transpirados y besando a los niños con mocos, cuando ven que una cámara de la TV les pasa por al lado. Hay adeptos banales y profundos, intelectuales valiosos y personajes deleznables, pero todos han mostrado una cara común, el vacío de rebelión, la falta absoluta al disenso, el respeto atroz al jefe.
Es complejo el momento histórico que nos toca, analizarlo, parados en un costado objetivo es casi como caminar por el borde de un acantilado que se desmorona. La presencia de una realidad ecléctica, de una multiplicidad de vectores de pensamiento que parecieran impregnados de polaridad y que se atraen y se rechazan, hace difícil el intento de cualquier esbozo de análisis. Probablemente, este intento encuadre en una sola línea:
¡Es la realidad narrativa estúpido!