domingo, 26 de septiembre de 2010

Velocidad



Rapidez, velocidad
“…El Caballo como emblema de la velocidad, incluso mental, marca toda la historia de la literatura, preanunciando toda la problemática propia de nuestro horizonte tecnológico. La era de la velocidad, tanto en los transportes como en la información, comienza con uno de los más bellos ensayos de la literatura inglesa, El coche correo Ingles (The English Mail-Coach) de Thomas de Quincey, que ya en 1849 había entendido todo lo que hoy sabemos del mundo motorizado y de las autopistas, incluidos los choques mortales a gran velocidad”
Ítalo Calvino
Seis Propuestas para el próximo milenio
¿La velocidad en la que estamos inmersos, a que nos conduce? Si bien es un concepto en sí mismo que siempre despertó la curiosidad del hombre, Alberto se obsesiono por la de la luz, y otros por batir absurdos records, en el día a día, en lo cotidiano, solo sirve para acelerar el viaje inexorable a la muerte. El simple hecho de trasladarnos de un punto a otro a 200 km/h hace que perdamos de vista el paisaje, y esto aplicado a la vida, implica que lleguemos al final, sin disfrutar de los momentos. Nuestros días transcurren en la abstracción de la realidad, en la mentira, de la modernidad que nos empuja a perseguir iconos materiales, tecnológicos, en los que subyace el engaño de que con estos instrumentos nuestra vida será más cómoda y mejor y una vez conseguidos, lograremos contar con el espacio y la libertad suficiente para disfrutar de nuestra vida. Esto transcurre sin que podamos darnos cuenta que en el devenir de esta busque es la vida misma la que se nos va de las manos sin que podamos disfrutarla, ver crecer a nuestros hijos participar en sus momentos de alegría, de incertidumbre, en sus dudas, escuchar sus preguntas y sobretodo despertar de ese estado para poder enseñarles y que ellos no caigan en esta trampa de la velocidad.

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