jueves, 17 de diciembre de 2015

Macri y el síndrome de Estocolmo.


El pasado 10 de diciembre, asumió un nuevo presidente y nunca más atinado el término “nuevo”. Pasaron 12 años de una administracion peronista o kirchnerista, o cristinista. En fin si una característica tiene el peronismo es que todos los que surgen se creen siempre mejores que los que se van, incluso mejores que Perón, su fundador de allí que cada uno toma su apellido y le da vida a un nuevo movimiento dentro del movimiento. Si es  una cosa muy rara pero a la que los argentinos ya estamos acostumbrados. En fin ha asumido un  nuevo gobierno, surgido de una fuerza política nueva, batida no revuelta, parafraseando a James Bond, con el radicalismo. Este nuevo gobierno a pocos días de haber asumido, ya ha nombrado a dos jueces de la Suprema Corte, sin pasar por el legislativo y esto que en otro momento hubiese sido un escándalo de proporciones astronómicas, hoy apenas si dio para un par de programas políticos y alguno que otro copete de los diarios principales. Por supuesto las lides del gobierno saliente, se rasgaron sus vestiduras y flagelándose el pecho y la espalda fueron desangrándose a los habituales programas de culto a sostener este flagrante atropello a las instituciones, algo que  por cierto, ellos hicieron durante 12 años. Pero bueno, días mas tarde se liberó el tipo de cambio para la moneda extranjera de referencia, el dólar y esto tapa lo otro así que nada, ya se encamino hacia el olvido y fundidos en un abrazo entre canallas, Macri y Lorenzetti pactaron las juras de estos nuevos jueces para el mes de febrero, donde todos estamos al sol como iguanas con protector solar 50, mirando las olas y dejando que nos lleven puestos como sucede siempre entre diciembre y marzo. Lo cierto es que se nos avecina una devaluación de nuestra moneda, una más en nuestra historia que desde Ongania para acá debe ser como la numero 300. Pero si no fuera porque, como dice Groucho "Hay muchas cosas en la vida más importantes que el dinero. ¡Pero cuestan tanto!" no tendríamos que preocuparnos, ¡Pero tenemos que hacerlo! Ya que además laburar no es lindo sino pregúntenle a los acólitos kirchneristas que estuvieron 12 años con las manos en el bolsillo y ellos pueden hasta dar la cátedra del ñoqui, algo que ya pergeñaba Forster si seguían en el gobierno en su ministerio para el pensamiento nacional. Y si encima de laburar, lo que cobras vale 40% menos, estamos realmente en un problema. El nuevo gobierno lleva poco, poquísimo tiempo apenas días en su mandato, pero ya se perfila en la opinión publica una suerte de síndrome de Estocolmo, por el cual por más que nos aprieten las tarlipes con una morsa de banco, todos sonríen de oreja a oreja viendo como el pulcro presidente y su impoluta primera dama saludan desde el estudio de Susana Gimenez.

 

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