domingo, 12 de diciembre de 2010

Las Sirenas de la Carotenutto


En el barrio, hace ya unos años había una laguna que el progreso se encargó de rellenar y el paso del tiempo la condeno al olvido, era la Carotenutto. Esta laguna, se formó al llenarse de agua una perforación profunda y amplia de una cantera explotada por la familia Carotenutto, de allí su nombre. Al abandonarse los trabajos de extracción de granito, para la fabricación de adoquines en esa cantera, la misma se inundó, algunos decían que tenia conexión con el mar, y por ello es que el agua la invadió. Lo cierto es que el agua de un color verde intenso, no dejaba ver el fondo, y esto contribuía a las diferentes opiniones respecto de su verdadera profundidad.
Durante las tardes de verano, algunos vecinos relataban que se escuchaban cautivadores cantos, y que, por el tono de las voces, se trataría de mujeres. Comenzaron a intentar determinar de donde procedían esas musicales voces, pero al intentar seguir el rastro sonoro, el mismo se perdía al llegar a la Carotenutto. Un día se escuchaban gritos, de un vecino que vociferaba “¡…la vi, la vi, está en la laguna!” Todos corrieron a su encuentro, pero, el vecino estaba como en un trance, solo gritaba que la había visto, y por más que indagaban, no lograban sacarle cual había sido su visión. Lo cierto es que, al pobre tipo, lo internaron y recién después de varios días, cuando salió, decía que lo que había visto era una sirena, con lo cual casi que lo internan de nuevo.
Los cantos se seguían escuchando, y siempre al parecer su procedencia era la Carotenutto. Un día pasado apenas el mediodía, casi en el albor de la siesta, se escuchaba, como sucedía habitualmente, recién entrado el verano, el silbato y los gritos comerciales del heladero de Laponia, quien montado en su bicicleta, perturbaba a los siesteros del barrio. Se escuchaba la liturgia propagandista, “¡helado helado, Laponia helado, palito bombón helado!” El heladero tenía un recorrido habitual, que constaba en una ronda por la periferia y luego se adentraba por las sinuosas calles empedradas del barrio PYM. Esa temprana tarde, los chicos que lo esperábamos con las monedas para comprar el palito de agua, o el bombón helado, según era la costumbre, nos sentamos en el cordón de la vereda, pero el heladero no aparecía. Las madres, ante nuestra tardanza, salieron a ver qué pasaba, pero lo que no pasaba, era el heladero. Gustavo!!, entra a ponerte la gorra! Gritaba Teresa, su mama. Puli!!, mojate la nuca a ver si te insolas!! profería otra mama.¡ Para mami, estamos esperando para el helado! Gritaban los chicos.
¡Entren de una vez, no ven que hoy el heladero no va a venir!, gritaba otra madre. Pero los chicos lo habían escuchado, fue así que Walter, al que más le gustaba investigar, tomo la iniciativa y dijo: “nosotros vamos por este lado y ustedes den la vuelta por acá, así lo vamos a encontrar”. Dicho esto, emprendimos la vuelta a la caza del heladero.
Al terminar de dar la vuelta, unos por un lado y otros por el lado contrario, nos encontramos en la Carotenutto, al llegar, todos estábamos sorprendidos, ya que el heladero no aparecía, de repente, el chino grito: ¡miren, la gorra del heladero! Allí estaba, flotando en las aguas de la laguna, la gorra roja del heladero de Laponia. Nos quedamos duros, sin pronunciar palabra, mirando como flotaba mansamente en las aguas, cuando algo de lo que no podíamos dar crédito sucedió, una mano delgada y hermosa, emergió de entre las aguas para tomar la gorra roja y luego desaparecer con ella. Junto a las piedras de color azulado que conformaban el pequeño barranco perimetral de la Carotenutto, se encontraba la bicicleta del heladero, sola, parada con su pie doble. No recuerdo quien tomo la iniciativa, pero sí, que salimos corriendo desesperados, los talones nos pegaban en el culo. Cada uno fue al encuentro de nuestras madres y padres a contar lo sucedido. Fue un escándalo, algunos pensaban que era una joda y otros, ante nuestra insistencia, creían que nos habíamos insolado y estábamos delirando. La sorpresa fue que al llegar al sitio de la laguna, vieron la bicicleta y les entro la duda y la curiosidad, todos comenzaron a buscar al heladero, pero este no apareció. Vino la policía, y empezamos a hablar todos juntos y a intentar explicar que una mano se había llevado la gorra. El policía, se sonrió, cargo la bicicleta del heladero y se fue.
Pasaron los días y no había rastros del heladero, se pedía por su paradero, y nada. Un día en el noticiero de canal 8, informaban que en las costas de las playas cercanas al casino de Mar del Plata, habían encontrado flotando, una gorra roja. Por aquel entonces, debíamos confiar en la palabra del Cholo Ciano, ya que la tele era en blanco y negro.
Vieron, dijo uno, que está conectada con el mar, no ven adonde fue a parar la gorra del pobre heladero. Así fue que comenzó a crecer el misterio, se sucedieron nuevos hechos, y todos comenzaron a sospechar que el relato de la sirena comenzaba a tener sentido. Otro día por la tardecita, uno de los chicos paso por lo de Clavería, compro sus anzuelos, y se fue a armar la caña para ver si pescaba algún bagrecito en la Carotenutto. Llego, se sentó en la orilla y tiro su línea de anzuelo, lombriz y corcho para probar suerte. Comenzó a escuchar una hermosa melodía que lo sumió en un sueño hipnótico, por suerte fue rescatado, cuando se estaba sacando la ropa y se disponía a zambullirse en las verdosas aguas. Otro vecino del lugar, estaba construyendo el garaje de su casa y con una carretilla, arrojaba en la laguna la tierra sobrante de la construcción de los cimientos, en uno de estos viajes, fue cuando las vio. Justo cuando estaba volcando la carretilla y la tierra caía ruidosamente en el agua, emergieron de un salto dos bellísimas sirenas. El vecino, quedo hipnotizado, miraba fijamente sus torsos desnudos y sus colas de color plata. Su esposa lo encontró, parado en la orilla, cuando salió a buscarlo para alcanzarle un mate. No hablaba, no parpadeaba, estaba en trance, la señora asustada llamo a los vecinos quienes lo cargaron hasta su casa, lo dejaron acostado en la cama, parecía un maniquí. Llamaron al médico quien luego de revisarlo, dijo que estaba todo bien en lo físico, que por las pupilas dilatadas o bien se había fumado alguna sustancia o había recibido un susto mayúsculo. Luego de unos días, salió de ese estado y comenzó a hablar, nunca volvió a ser el mismo, y todas las tardes se quedaba parado con la mirada perdida en las verdes aguas. Se siguieron sucediendo hechos, que involucraron a diferentes vecinos, todos con el común denominador de las bellas sirenas y sus hipnóticos cantos.
Con el tiempo, tal vez se hizo costumbre, pero ya no llamaba tanto la atención, debemos tener en cuenta, que en sí mismo, el barrio PYM siempre fue un lugar mágico.
Lo cierto es que la urbanización de Balcarce tomo un giro diferente y la zona de los alrededores de Cerro, cobro un mayor valor inmobiliario, tal es así que los terrenos adyacentes a la laguna se lotearon, se abrieron calles y se comenzó la construcción de algunas casas. Los herederos de los Carotenutto, contrataron una empresa para el relleno de la laguna, para lo cual se trajeron grandes cantidades de tierra y escombro, luego vendieron los terrenos, se enterraron pilotes y sobre una platea de hormigón hoy se encuentran edificadas algunas viviendas. Hace poco, en un local de ropa de la ciudad, mientras esperaba que me atendiera uno de los vendedores, escuche una conversación, entre dos señoras, en la que una le manifestaba que algunas noches escuchan cantar, que el sonido pareciera que sale de debajo de la casa. Ya revisaron todo, las radios y los equipos de música de la casa están apagados y hasta llegaron a despertar a sus vecinos para preguntarles si dejaron la música encendida en algún lugar de la casa, pero nadie tiene equipos ni radios funcionando. De todos modos la señora le contaba a su amiga, que el sonido es de una extraordinaria belleza y que cuando lo escuchan, durante la noche, les dan ganas de quedarse despiertos, para poder apreciar las voces que parecen de mujeres, y que son maravillosas.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Caminamos por una realidad narrativa


Ser parcial, mostrar la mitad de la verdad, es mentir, enmascarar la mentira. Hoy vemos que la realidad se presenta en los mass media, de manera parecida a la ficción narrativa. Es como si el periodista, el político, el editor, se sintiera mas cómodo, y de hecho es así, al abrigo de un ideario de ficción mezclada con realidad, a la que el público, ignorante por cierto, consume sin discernir o analizar su contenido.
Y es así como nos encontramos con la publicación de mentiras trasformadas en verdades, ya sea atreves de medios gráficos, radiales, televisivos, discursos en cadena nacional, redes sociales, etc.
Cada parte compite por ver de qué manera disfraza la mentira para presentarla de una manera creíble. El jefe de la propaganda Nazi, Joseph Goebbels, seria hoy un comunicador estrella. Tanto a los apocalípticos como a los integrados, debería unirlos el espanto, por lo que publican, hablan, twitean, etc.
Históricamente, se ha realizado un aprovechamiento de la masa ignorante, a la cual se le han vendido de un lado y de otro las bondades y/o maldades de los modelos de derecha, izquierda, populistas y liberales, con un grado atroz de desfachatez. En la actualidad, la sociedad ha evolucionado a un modelo más individual, el llamado pueblo como masa manejable, es cada vez más escaso y difícil de moldear por los gobiernos de turno, si bien se generan adhesiones y rechazos, esto se da, solo cuando estos individuos se ven afectados en su economía. La impronta que pretenden dejar los mass media oficialistas y opositores en estos individuos, se basa en una competencia feroz, que solo apunta a la división. Hoy vemos mensajes en los que se insta a estar de un lado o de otro, como si pensar en un mensaje conciliador, si intentar unirnos como ciudadanos estuviese mal visto o fuera una falta de compromiso con nuestro país, con nuestros ideales. Esta última aventura política llamada Kirchnerismo, es mencionada por algunos como “Movimiento Kirchnerista”, nada más lejano de la verdad y de la realidad. Otros pretenden destacar en el Kirchnerismo, como un valor, la división de la sociedad.
El movimiento como organización política, es un espacio en el cual se aglutinan ideas, personas con diferentes ideologías, incluso con diferente concepción de la política, llamémosle izquierda, centro, derecha. Un ejemplo de esto puede ser el Justicialismo, un espacio en el cual han convivido, la derecha recalcitrante de López Rega y la AAA, y las agrupaciones de extrema izquierda como la denominada, Montoneros, creada por Fernando Abal Medina, en los años setentas, pasando por algunos más moderados como Hector Campora, apodado “El Tío”.
Si tomamos a Kirchner como fundador del Kirchnerismo, y analizamos su paso por el gobierno y el poder, podemos ver claramente, que no tránsito por ninguna de las ideas que conforman un movimiento. Él fue, un líder individual, un político con una fuerte impronta personal, que no permitió el surgimiento de ninguna figura a su alrededor. Se rodeó de personas de 4to o 5to nivel político e intelectual, manejables. El clavo que sobresalía recibía el martillazo. Así construyo su espacio, en el cuál no existió el disenso. Algo analizable, opinable, pero no criticable. Cada cual define y construye el espacio que quiere, y el resto se une si está de acuerdo o disponible.
Lo que si debemos es llamar a las cosas por su nombre, el Kirchnerismo, no es un movimiento, tal vez ahora, muerto su fundador, derive a una organización diferente.
Los apocalípticos, exacerbaron esta condición de liderazgo unipersonal y totalitario, y utilizaron cuanto pudieron esta línea de pensamiento para denostar al gobierno. Néstor Kirchner fue un abogado educado en una familia ambiciosa, conocida es la actividad usuraria desde tiempo de sus abuelos, tal perfil pueda quizás ponerlo lejos de un perfil popular. Si es destacable su actividad participativa en pos de los derechos humanos, amén de un manoseo y utilización política de los últimos tiempos. Particularmente, me hubiese gustado verlo gobernar sin dinero, sin la famosa “caja” que todo lo puede. En América Latina, un paraíso de corrupción, el que tiene el oro, compra las voluntades comprables. Hemos visto a muchos Borocoteados.
Su perfil burgués al igual que el de su señora esposa, abogada, nacida en una familia de clase media, con ambiciones particularmente visibles, nadie llega a ser presidente sin ambición, al menos de poder, como dije antes lo aleja a mi entender de aventuras revolucionarias. Se entretuvo en quitarle el poder a un monopolio de desconocidos, para dárselo a uno de amigos. No se vislumbran ni vislumbraron en su curriculum, intentos de cambios profundos que formen parte de la realidad del país, si se pueden ver profundas divisiones. Alguien podrá decir que Ernesto Guevara Lynch, pertenecía a una familia burguesa y sin embrago fue un emblema de la revolución. También podemos decir que Ernesto Guevara Lynch, no tenía la descomunal fortuna que poseen Néstor Kirchner y su Sra. Esposa, amasada en la función pública. En síntesis, personajes con distinto compromiso social e ideales.
Hasta Chávez, es diferente, mas allá de sus locuras de milico tropical, introdujo grandes cambios en la sociedad venezolana y reivindico de manera verdadera a los sectores más postergados de su país.
Ahora nos queda la oposición, pero oh sorpresa, que podemos decir de ellos, sencillamente nada interesante o digno de destacar. A estos sí que los une el espanto.
Quizás esto resuma el porqué de muchos argentinos que piensan en el Kirchnerismo, como una salida política, más ligada a la pobreza de los otros o al pensamiento simple de que son lo que queda, que al convencimiento pleno de que pueden cambiar la realidad del país. Otros por otro lado han caído en el influjo de la caja, la dadiva, la compra de voluntades, el clientelismo perverso.
Vemos algunas chicas que antes se ganaban la vida mostrando los pechos y hoy de solo escucharlas hablar pareciera que se tragaron a Rosa Luxemburgo, otros embargados por deudas abrazaron la causa Kirchnerista y así van zafando, cambiando figuritas y olvidando al menos de manera pasatista sus vidas en el barrio de Belgrano y podemos verlos abrazados a los morochos transpirados y besando a los niños con mocos, cuando ven que una cámara de la TV les pasa por al lado. Hay adeptos banales y profundos, intelectuales valiosos y personajes deleznables, pero todos han mostrado una cara común, el vacío de rebelión, la falta absoluta al disenso, el respeto atroz al jefe.
Es complejo el momento histórico que nos toca, analizarlo, parados en un costado objetivo es casi como caminar por el borde de un acantilado que se desmorona. La presencia de una realidad ecléctica, de una multiplicidad de vectores de pensamiento que parecieran impregnados de polaridad y que se atraen y se rechazan, hace difícil el intento de cualquier esbozo de análisis. Probablemente, este intento encuadre en una sola línea:
¡Es la realidad narrativa estúpido!

jueves, 14 de octubre de 2010

EL BARRIO

Llegamos al barrio, cuando yo tenía 7 años, las calles eran de tierra, y enfrente a nuestra casa había un complejo de viviendas blancas y con techos de teja colonial. Las casas estaban pegadas unas contra otras, esto quizás contribuyo, de algún modo, a lo que otrora fuera la idiosincrasia del barrio, un lugar de unión, en el que los vecinos se saludan, se conocen y se respetan. Lógicamente alguna vez hubo rencillas típicas de los grupos humanos, algún chismerío, alguna palabra demás, pero nada grave, nunca paso de que dos vecinas no se dirigieran la palabra. Allí crecimos, pasamos la etapa quizás más difícil y más hermosa en la existencia de toda persona, la infancia, y también la adolescencia. Cuando recién llegamos, el barrio tenía otra amplitud, visualmente no había obstáculos, la mirada se perdía en un horizonte de árboles y sierras, en esa amplitud crecimos, jugando en la calle, sin riesgos, sin miedos, solo con una pelota y algún autito de plástico. Salimos por primera vez, con mi hermano Mariano, a jugar a la vereda y el primero que se acerco fue Gustavo “el mono”, quien a manera de presentación, nos dijo orgulloso, hola, soy Gustavo y mi papa es policía.
Después se sumaron todos los demás: Gustavo el turko, Luis, Puli, Walter, Chichino, Oscar, Tosquita, Hugo, Coto, Edgardo, Carlitos, Miguel y más y más, muchos más. La rutina era siempre la misma, el primero que salía a la calle hacia una recorrida, golpeando la puertas y preguntando, ¿Esta Gustavo?, ¿Esta Luis?, ¿Puede salir a jugar? Y así se iba conformando el grupo. La pelota era fundamental en nuestros juegos, pero había otras cosas, las recorridas por el Cerro que podría decirse, era nuestro segundo hogar, las casas que construíamos en los arboles con maderas y ramas, los autos preparados con plomo y ruedas, fabricadas con las cámaras de goma de los automóviles, etc. Con estos autos competíamos en las veredas del Barrio PYM, y dado que eran muy angostas, los autos debían estar muy bien preparados para que pudiesen circular por las mismas, sin salirse del circuito permitido. Cuando competíamos, venían de otros barrios, pero los autos de los visitantes, nunca tenían la performance de los nuestros. Nuestros autos, tenían mejores componentes, las ruedas de goma eran perfectas, nosotros contábamos con una ventaja competitiva, ¡Conocíamos el compás! Con él, trazábamos círculos perfectos que luego recortábamos y así, nuestras ruedas delanteras eran mucho más eficientes que las de los rivales.
En el barrio, también se practicaba la pesca deportiva. Una fisura en el tanque de agua de la ciudad, que estaba ubicado en el cerro, había contribuido a llenar con agua, una vieja cantera y allí se conformó un ecosistema en el cual habitaban, ranas, mojarras, bagres, etc. Hubo vecinos que venían de pesca de alguna laguna de la zona, y contribuían arrojando alguna especie nueva y hasta habitaron la pequeña laguna algunas nutrias. El record de la pieza de mayor tamaño es del Turco Jaluf, con un bagre que midió unos 20 cm. El pez se exhibió, a los curiosos, en una bolsa plástica de la tienda GALCER, hasta que sus vapores producto de la pudrición, ya no lo permitieron.
Si bien el tiro con honda o gomera, nunca se consideró deporte, en el barrio se practicó asiduamente. Para desgracia de las palomas, y demás especies habitantes del cerro, nosotros habíamos desarrollado una gran puntería. Las salidas se organizaban generalmente en dos grupos y cada uno salía en direcciones opuestas recorriendo el perímetro exterior del cerro. Se realizaron tremendas matanzas de aves, algo que si bien no es digno de destacar, hace a la historia de nuestro barrio.
El paredón de piedra que rodeaba a OSBA, Obras Sanitarias de Buenos Aires, por nosotros conocido como “Lo de Mangano”, tiene la impronta de nuestros culos, podría haber escrito glúteos, o asentaderas, pero culo nunca me pareció una mala palabra. Allí permanecíamos horas sentados, charlando, o bien era el punto de encuentro para elucubrar algunos hechos, ligados quizás, a la maldad propia de aquellos años. Esperar a la hora de la siesta para luego arrojar piedras a los techos de los vecinos, o inventar algún personaje siniestro y llevarlo a la práctica. En uno de estas obras del terror, Walter, se disfrazó con una sábana blanca y todos nosotros montamos una escena, en la que supuestamente, un sátiro estaba asolando el barrio. Lo cierto es que, lo que se inició como un chiste, se nos fue de las manos y se armó un revuelo bárbaro. El papa de Oscar llego con una cuchilla de carnicero en la mano, el de los Veliz con un arma, por suerte Walter era rápido y ayudado también por el cagazo, bajo raudamente del techo, escondió sus atavíos de sátiro y apareció mezclado entre la muchedumbre, sin despertar sospechas. Los más enfervorizados salieron a buscar al presunto sátiro, con serias intensiones de darle un escarmiento. Nosotros, una vez que se nos fue el susto, nos divertimos largo rato de la situación generada y del compromiso de ciertos vecinos, en su afán de mantener el orden y la seguridad del barrio.
También se realizaron torneos de futbol por equipos, los partidos, eran organizados por un señor del cuál no recuerdo su nombre, pero si sus señas particulares: No tenía cogote y usaba el pelo en una imitación algo burda de Carlitos Bala. Los partidos se jugaban en el cerro en una cancha en la que el pasto brillaba por su ausencia y los jugadores debían esquivar pozos, además de patadas rivales. Jugar en nuestras canchas requería de una habilidad superior, ya que, el destino final de un pase, requería algunas cualidades ligadas a la adivinación, ya que un poco por las pajas bravas, un poco por los pozos y otro poco porqué la pelota no siempre era una esfera perfecta, la bola solía tomar caminos imprevistos. Los sábados eran días en los que el futbol solía ser un continuado. A partir de la hora del almuerzo, aun con el pollo o los fideos a medio tragar ya salíamos con los pantalones cortos y los saca chispas deshilachados a pegarle a la redonda.
Alguna vez, incursionamos también en el terreno de la filosofía, ya fuera en el paredón de piedra antes mencionado o en el cerro a la sombra del tanque de agua, solíamos mantener largas charlas, en las que los temas no siempre eran triviales y se limitaban a las rivalidades futboleras. También nos animábamos a esbozar algunas apreciaciones ligadas a la realidad de la ciudad, del país y por qué no del mundo. Hubo un tiempo en el que, en compañía del Coco Dagata, quien era profe nuestro en la secundaria, manteníamos largas charlas de ciencias y literatura. Para los del barrio, la cultura también era importante.
Siempre fuimos pioneros, ya por aquellos años, practicábamos el mountain bike, en realidad, no sabíamos que se llamaba así, para nosotros era moto cros en bici. El escenario de esta actividad era el cerro por detrás del monumento a la madre, La virgen de Fátima y por la calle superior del anfiteatro. En la práctica de este deporte, algunos sufrimos pequeños accidentes producto de la actividad en sí misma y de las patadas en el culo recibidas por nuestros padres, cuando llevábamos a nuestras casas, los pedazos de las bicicletas. También recibimos algunas persecuciones, resultado de las molestias que les ocasionaba nuestro tránsito, a los ocasionales amantes que se ocultaban en las tupidas retamas a la vera del circuito.
Así transcurrieron los años y nuestra vida en el barrio, una vida feliz, llena de alegría y hermosos recuerdos. Nos fuimos haciendo grandes, nos alejamos del barrio por algunos años, formamos nuestras propias familias, pero el recuerdo es perenne, inalterable para los que estuvimos allí. Los que podemos, siempre nos damos una vuelta y más allá de que paso el tiempo, faltan algunos, llegaron otros y el barrio cambio, hay un perfume, un aroma especial, es como una sensación que te traspasa, que te lleva a levantar la vista e inconscientemente, buscar con la mirada, con la pretensión quizás de encontrar a Gustavo el turko, Luis, Puli, Walter, Chichino, Oscar, Tosquita, Hugo, Coto, Edgardo, Carlitos, Miguel, al mono y verlos cruzar la 32 corriendo y venir a nuestro encuentro.

martes, 12 de octubre de 2010


“Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigare a su debido tiempo) son irrisorias: es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera...”
La casa de Asterion, JL Borges El Aleph


Balcarce, es una ciudad pequeña, una ciudad con muy baja densidad poblacional, en virtud de esto se comprende fácilmente que lo que nos sobra es espacio, metros cuadrados libres, abundan en nuestra ciudad. El perfil urbano de Balcarce era, hasta hace poco tiempo, bajo con casas de hasta dos pisos y muy pocos edificios se erigían con más de 4 pisos. En su fundación, fue la iglesia el más alto y a posteriori, el Hotel Balcarce y luego un par de edificios denominados Finantrade, no voy a entrar en detalles de porque este nombre, solo voy a mencionar que no fue muy feliz el destino de la empresa en cuestión. Lo cierto es que hoy, quien sabe por qué trasnochado capricho emparentado a una supuesta modernidad, se están construyendo en Balcarce dos torres de x pisos. La realidad es que enmascarando un argumento de innovación y avance para la ciudad, se encuentra la verdadera razón de este tipo de emprendimiento, que es nada menos, que la altísima rentabilidad que generan la multiplicación de la superficie y concentración habitacional en cualquier proyecto de propiedad horizontal. Es muy simple, alguien paga 96.000 0 120.000 u$s por un espléndido lote, y después multiplica su superficie por 9, 10, 12, 17, etc. Y además esa superficie se divide en dos o en cuatro, según la cantidad de viviendas que se quiera, la calidad y precio de cada una de estas. ¿Que genera esto? Una altísima concentración de servicios en una zona para la cual la infraestructura de la ciudad no está preparada. Los servicios, gas, electricidad, desagües cloacales, etc. se ven desbordados, ante la necesidad de un consumo desmedido y no programado. Ahora bien, ¿Qué pasa con nuestra ciudad, en lo que respecta a su topología edilicia? ¿Qué pasa con el brutal cambio del perfil urbano que plantea este tipo de construcción? ¿Se analizó lo que le sucede al vecino que recibirá un cono de sombras sobre su propiedad lindera durante casi todo el día, dependiendo de su ubicación?, Ninguna de estas cuestiones se analizan desde los entes de control, desde catastro municipal, obras privadas, etc. Como sucede con una gran parte de los códigos de ordenamiento territorial del país, el código, es un manual de unas 300 páginas y las excepciones al mismo, no caben en un estadio de futbol.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Fue Felíz en la estación El Moro



El atardecer caluroso de enero la encontró buscando sombra bajo el viejo galpón de chapa acanalada de la estación El Moro. Las sombras rozaban apenas tangencialmente su rostro de rasgos suaves.
Estaba sentada en la vieja y desvencijada butaca que otrora fuera del Ford modelo 38 de su abuelo. Había vuelto, tal vez buscando un recuerdo, o quizás algo que la retrotrajera a sus inicios y que le permitiera volver a comenzar. Ese recuerdo de un momento feliz, de alguna de sus tantas visitas a casa de sus abuelos en las vacaciones escolares.
- La paso mal en la ciudad, comentaban por lo bajo en el almacén de ramos generales, inalterable al paso del tiempo. Y tenían razón, más allá del chismerío, había mucho de cierto en esa afirmación. Las cosas no fueron buenas para ella en Buenos Aires, si lo fueron en un principio, se fue a la gran ciudad para estudiar, y se recibió de abogada. Esa fue una gran noticia para la familia y la gente de la estación se alegró, y era un solo comentario, Maribel, era La Doctora Maribel Chávez. Después comenzó a trabajar, consiguió trabajo como pasante en un bufete importante en pleno centro, Cabildo y Juramento, por recomendación de un escribano amigo de su abuelo.
Las cosas para ella marchaban, entre el asombro por todo lo nuevo en su trabajo, y el anonimato implícito en la sociedad de una gran ciudad, esto último, era algo que siempre le molesto y a lo cual como a cualquiera salido de un pueblo le cuesta asimilar.
Fue así, que intentando acceder a esta sociedad cerrada e impersonal, acepto acompañar a su jefe a una reunión de trabajo, en reemplazo de la secretaria que estaba enferma.
Allí conoció a las que a posteriori fuera su grupo de amigas, y también a Wenceslao, un hombre unos 20 años mayor que ella, de muy buen vestir y refinamiento, que se convirtió rápidamente en su amante. Para ella esta persona de fuerte personalidad fue un referente en sus inicios profesionales, pero en su vida cotidiana, dejo una marca profunda, inalterable, la transformo en alguien inseguro, la dejo vacía de ideas, de convicciones, se apropió de su alma.
Fueron sus amigas las primeras en notar ese cambio en su personalidad, y en sus visitas al pueblo, se la veía distante, meditabunda, era solo la sombra de esa chica alegre y con iniciativas que todos conocían. La relación se puso cada día más difícil de sobrellevar, pero su punto de inflexión se dio cuando una tarde al regresar al piso que compartían sobre la Av. Del Libertador, lo encontró a él en la cama con otro hombre. En ese momento se paralizo, el salto sobre ella y la tomo del cuello, mientras el otro hombre prestamente se vistió y luego ella sintió el ruido de la puerta de entrada que se cerraba bruscamente. El solo le dijo – hija de puta, si le decís de esto a alguien, te mato.
Esa sola frase le taladraba la cabeza a cada minuto. Él se había ido casi de inmediato y ella estaba sola, por su cabeza se amontonaban las ideas y las situaciones, luego de un largo rato, supo que tenía que marcharse, alejarse de él.
¡Adonde iría!, en Buenos Aires no le quedaba nada, toda su existencia se había amalgamado con la de él, fue allí donde se dio cuenta que estaba sola, mas sola que en el principio, sus amistades eran los amigos de él, sus amigas se habían alejado, ellas las había alejado siguiendo el consejo de él.
Por un instante dejo de lado las inseguridades adquiridas y comenzó a empacar sus cosas, llamo a un taxi y se dirigió a la terminal de retiro. Su celular no paraba de sonar, era Wenceslao el que la llamaba, ella no pensaba contestar, tenía miedo solo de escuchar su voz aunque fuera a la distancia impuesta por el teléfono, tan así de intenso era lo que sentía.
Llego a la estación de micros y compro un boleto para Necochea, de allí pensaba llamar a alguien que la fuese a buscar y la llevara hasta El Moro allí, sabía que se sentiría segura. Espero en un café que se hiciera la hora de la partida, luego despacho su equipaje y se sentó en su asiento, había pedido un boleto del lado del pasillo, hasta allí llegaba su temor, no se animaba a ir del lado de las ventanillas por miedo de que él tal vez la viese.
Así fue que pasaba apaciblemente, sus días en ese caluroso enero de 2001, si bien no se acostumbraba que las mujeres fueran al bar del almacén, ella lo hacía a la hora de la siesta y tomaba una cerveza helada, se sentaba en la mesa más apartada que encontrase y permanecía en silencio, mirando la nada.
Ella estaba en el galpón de chapa sentada en las sombras, apartada del intenso calor, cuando un niño entro corriendo. Era el hijo del dueño del almacén. – Señora, alguien la busca, es un tipo canoso y alto, pregunta por usted. A pesar del calor su cuerpo se enfrió de golpe, se puso de pie lentamente y sin contestarle al niño, comenzó a caminar hacia el almacén, ella sabía de quien se trataba.
Ni bien ella hubo entrado al bar, él se le echo encima, la tomo de un brazo y la arrastro hacia afuera, allí comenzaron a forcejear, ella comenzó a insultarlo, él le pego de lleno en su rostro, y mientras intentaba subirla a su automóvil por la fuerza, todos los vecinos que estaban en el bar y el almacén, empezaron a salir alertados por la gritería, poco habitual en la tranquilidad del pequeño poblado. Cuando el vio a la gente, comenzó a gritar que no se atrevieran a intervenir y en ese instante, mientras el amago a extraer algo de entre sus ropas, se escuchó una explosión.
Todos voltearon para ver y allí estaba de pie, el abuelo de Maribel, envuelto en el humo de la pólvora de su escopeta de doble cañón. En esos escasos segundos, Wenceslao, cayó herido de muerte por el disparo en pleno pecho.
Luego, como si preexistiera un acuerdo tácito entre todos, uno tomo el cuerpo, otro trajo una bolsa plástica, y entre ambos lo llevaron al pastizal que había detrás de la estación de trenes abandonada. El dueño del almacén y su hijo mayor comenzaron cavar la improvisada tumba y el dueño del taller y gomería puso en marcha el automóvil y lo guardo en su galpón para luego desmantelarlo por completo.
Maribel subió a la camioneta de su abuelo, y se fueron juntos. Al día siguiente no quedaban rastros de lo que había sucedido, la actividad del paraje no fue alterada, nadie menciono jamás lo que paso. Maribel, al año siguiente abrió su estudio y se mudó a la ciudad de Necochea. Todos los fines de semana, vuelve a El Moro.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Velocidad



Rapidez, velocidad
“…El Caballo como emblema de la velocidad, incluso mental, marca toda la historia de la literatura, preanunciando toda la problemática propia de nuestro horizonte tecnológico. La era de la velocidad, tanto en los transportes como en la información, comienza con uno de los más bellos ensayos de la literatura inglesa, El coche correo Ingles (The English Mail-Coach) de Thomas de Quincey, que ya en 1849 había entendido todo lo que hoy sabemos del mundo motorizado y de las autopistas, incluidos los choques mortales a gran velocidad”
Ítalo Calvino
Seis Propuestas para el próximo milenio
¿La velocidad en la que estamos inmersos, a que nos conduce? Si bien es un concepto en sí mismo que siempre despertó la curiosidad del hombre, Alberto se obsesiono por la de la luz, y otros por batir absurdos records, en el día a día, en lo cotidiano, solo sirve para acelerar el viaje inexorable a la muerte. El simple hecho de trasladarnos de un punto a otro a 200 km/h hace que perdamos de vista el paisaje, y esto aplicado a la vida, implica que lleguemos al final, sin disfrutar de los momentos. Nuestros días transcurren en la abstracción de la realidad, en la mentira, de la modernidad que nos empuja a perseguir iconos materiales, tecnológicos, en los que subyace el engaño de que con estos instrumentos nuestra vida será más cómoda y mejor y una vez conseguidos, lograremos contar con el espacio y la libertad suficiente para disfrutar de nuestra vida. Esto transcurre sin que podamos darnos cuenta que en el devenir de esta busque es la vida misma la que se nos va de las manos sin que podamos disfrutarla, ver crecer a nuestros hijos participar en sus momentos de alegría, de incertidumbre, en sus dudas, escuchar sus preguntas y sobretodo despertar de ese estado para poder enseñarles y que ellos no caigan en esta trampa de la velocidad.

jueves, 11 de marzo de 2010

Y un dia me dieron ganas de volver a escribir



Otra vez Humberto nos deleita con una obra suprema. Hay una particularidad, en esta obra de Eco, digna de resaltar. Si bien en una gran parte de la obra de este maestro de la semiótica, podemos encontrar múltiples citas a Jorge Luis Borges, es quizás en esta, en la que mas referencias al grandísimo escritor Argentino podremos encontrar. Para Eco, y así lo ha demostrado, en sus referencias, Borges es quizás un escritor de culto, no es fácil escapar al influjo de JLB, a su imaginario, a su pluma. Que increíble que en Argentina, aun no se lo reconozca como el lo merece. Es probable y tal vez así sea que no estaba en el como propósito en su vida, la fama, o la legada masiva de su obra. El mismo en su autobiografía reconoce " aunque resulte irónico en esa época, yo era un escritor bastante conocido, salvo en la biblioteca". Pero que falta que hace cada vez mas la lectura de JLB, hoy que nos toca ver como los jóvenes se manejan en la vida con un vocabulario tan escueto y paupérrimo que apenas llega a las 15 palabras, que causa dolor de oídos. Borges es un escritor ideal para los ámbitos escolares, ya que en la sola lectura de alguna de sus obras, encontraremos un exquisito lenguaje y una innumerable cantidad de referencias a otros autores que llevan a los curiosos a querer saber quien es y tan solo con esto, nos abre un nuevo camino, parafraseándolo, un sendero que se bifurca, hacia otras fuentes. Algo tan simple como esto, no es tenido en cuenta en los programas educativos actuales. Hoy quizás, el fomento de la ignorancia, sea el motivo del desdén en la inclusión de uno de nuestros grandes escritores. Hay seguramente razones políticas, siempre existe un mediocre intelectual pequeño burgués, como aquel que lo saco de la biblioteca nacional, para ponerlo a trabajar en el mercado de aves huevos y afines.